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COLISEO DE ROMA


INTRODUCCION

La construcción del Anfiteatro Flavio, más conocido como Coliseo Romano, empezó alrededor del año 71 d.C. bajo el emperador Vespasiano. El Coliseo fue construido en un valle, después de haber secado un pequeño lago que Nerone usaba para el Domus Aurea, entre las colinas del Palatino, Esquilino y Celio. El emperador Tito inauguró el Coliseo en el año 80, pero 2 años más tarde terminaron las obras que incluían el último piso.
El Coliseo se convirtió en el mayor anfiteatro romano, con una estructura elíptica de 188 metros de longitud, 156 metros de ancho y 57 metros de altura. Realizado en ladrillo y cubierto con travertino se dividía en cinco niveles con una capacidad para más de 50.000 personas. Sus áreas eran delimitadas dependiendo de la clase social, entre más cerca de la arena se encontraban mayor era el rango al que pertenecían.
En el siglo XIX, se realizaron trabajos de asentamiento y remodelación del Coliseo, y a pesar que durante la Segunda Guerra Mundial sufrió los efectos de los atentados, este majestuoso e imponente monumento se ha convertido en un bien cultural de la ciudad y del mundo sobreviviendo al tiempo y a las guerras.




ARQUITECTURA

El Anfiteatro Flavio es un enorme edificio ovalado de 189 metros de largo, 156 de ancho y 48 de altura, con un perímetro elíptico de 524 metros. La organización de la obra se ejecutó con varios turnos de trabajadores durante el día y se llevó a cabo con elementos prefabricados que permitieron una construcción modular. Por este motivo se dice que este edificio ha sido un modelo para los recintos deportivos modernos, ya que tiene un diseño ingenioso y aporta soluciones a problemas actuales.
El edificio se basa en una construcción arquitrabada y rodeada a los tres primeros pisos que lo conforman. Se puede apreciar la utilización de la arquitectura típica de los romanos, con arcos de medio punto sobre unos pilares gruesos que también sostienen columnas adosadas de tipo decorativo. Los pilares aguantan los arquitrabes, los frisos y cornisas que fijan el límite de cada uno de los tres primeros pisos.
En el interior del edificio está el gran tesoro del Coliseo: la grada (o cávea) no aprovecha los desniveles del terreno, sino que se levanta sobre muchas vueltas superpuestas, apoyadas sobre pilastras de travertino. El corazón del edificio, gracias a ello, está lleno de kilómetros de pasillos abovedados y de escaleras: es una obra pensada para garantizar el movimiento fluido de mucha gente. En su configuración se usó la bóveda de cañón y la bóveda de arista, más compleja.
La fachada se erige sobre un estilóbato sobre el que se levantan cuatro pisos. El primer piso, de 80 arcadas, es de orden dórico toscano y refleja robustez y virilidad; el segundo piso es de orden jónico y se compone de base, fuste más esbelto que el dórico y un capitel de volutas; el tercer piso es de orden compuesto, con el capitel con hojas de acanto. El cuarto piso, el último, presenta un ático macizo, decorado con lesenas de estilo corintio. Este nivel hacía varias funciones: aumentaba la cabida, proporcionaba más obra en el interior y mejoraba el efecto visual. En este piso había 240 palos de madera que servían para aguantar las astas a las que se fijaba un toldo inmenso.
En el interior, los intercolumnios del segundo y tercer piso, había estatuas; los pasillos de la grada, relieves de mármol y de estuco.
La grada rodea la arena y bajo esta hay un subsuelo para agilizar el espectáculo. Las fieras eran conducidas a la arena con ascensor y también había pasillos y escaleras y una estudiada distribución de habitaciones y cuartos; además, se instaló un sistema de conducción de agua para transformar la arena en una gran piscina para las naumaquias.





¿QUE ES HOY EL COLISEO?

Aun cuando en la actualidad el Coliseo Romano se encuentra en ruinas nos sigue impresionando por su gran tamaño y belleza y es por ello que desde el 2007 es considerado una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno.
El Coliseo Romano es actualmente el símbolo de Roma en el mundo, y se ha convertido a través de los años en un tesoro histórico y arqueológico capaz de recordarnos la grandeza del Imperio Romano. De acuerdo a un cálculo realizado por el Ministerio de Cultura, el Anfiteatro Flavio recibe 6 millones de visitantes al año y ocupa el primer lugar entre los monumentos más visitados de Italia.


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